AMORES VERDADEROS

El amor verdadero: lucha, perdona, resiste… se reencuentra, se reinventa. El amor verdadero no tiene temores, vence los miedos, los fantasmas y se arriesga; confía y brinda, no una, sino varias oportunidades no sólo para enmendar el pasado sino para construir un futuro estable y merecido, con el compromiso de buscar en el presente los detalles olvidados.

El amor verdadero se reconoce de varias formas: cuando no buscas nada y aparece alguien que sacude tu corazón y calienta tu alma con tan sólo su voz, sabes que es diferente cuando te olvidas de tus gustos físicos y la parte sexual es lo que menos te interesa; se reconoce cuando exploras en lo más profundo de tu corazón y reencuentras esa imagen que siempre te ha acompañado, te ha apoyado, te ha comprendido, te ha soportado y sigue a tu lado amándote.

El amor verdadero siempre está dispuesto a arriesgar, a reconstruir tejidos dañados, a sanar heridas en común, a no mirar atrás para avanzar, a darle la vuelta a la hoja de una historia para contar otra con mejor ortografía… El amor verdadero nunca se da por vencido ante las adversidades, ante los errores, ante las heridas, ante las amenazas.

El amor verdadero demuestra, no se agota, no se cansa… Te brinda una última oportunidad.

El amor verdadero no culpa, no odia; admite, reconoce, dialoga, escucha. El amor verdadero es hacia ti, por ti, para ti… porque sino te amas no puedes dar ese amor por absolutamente nadie más, ni por una pareja, ni por un hijo, ni por tu propia madre.

El amor verdadero también deja ir, también deja volar.