En la escuela nos enseñaron matemáticas, historia y hasta química, pero nunca nos enseñaron algo fundamental: cómo enfrentar los retos de la vida diaria sin que nos arrastren las emociones. Y así crecimos, reaccionando ante lo que sucede, discutiendo con personas, peleando con circunstancias… sin darnos cuenta de que cada experiencia está diseñada como un regalo de aprendizaje para expandir nuestra conciencia.