Observa, reflexiona y actúa: la clave para dejar de sufrir con los problemas cotidianos

Mujer angustiada porque se le ponchó una llanta. Imagen tomada de iStock

Por Geraldina Compeán

En la escuela nos enseñaron matemáticas, historia y hasta química, pero nunca nos enseñaron algo fundamental: cómo enfrentar los retos de la vida diaria sin que nos arrastren las emociones. Y así crecimos, reaccionando ante lo que sucede, discutiendo con personas, peleando con circunstancias… sin darnos cuenta de que cada experiencia está diseñada como un regalo de aprendizaje para expandir nuestra conciencia.

Yo también pasé años sufriendo por no comprenderlo. Problemas que me desgastaron física y emocionalmente, hasta que encontré una herramienta que cambió mi manera de ver la vida: la Semiología de la Vida Cotidiana. Este modelo me ayudó a reconciliarme conmigo misma, a dejar de sentirme víctima y a convertirme en creadora de mi destino.

Una de sus enseñanzas más poderosas es el Triángulo de las Actitudes, una brújula que nos invita a preguntarnos: ¿Qué está pasando? ¿Qué me hace sentir? ¿Qué soluciones tengo? Al hacer estas pausas, en lugar de reaccionar con enojo, miedo o frustración, podemos elegir una acción consciente que nos devuelva la paz interna.

Te pongo un ejemplo: vas tarde a una reunión importante y, de pronto, se poncha una llanta. Tu primera reacción probablemente sería rabia o ansiedad. Pero si respiras y te preguntas qué creencias, valores o pensamientos te están dominando en ese instante, descubrirás que reaccionar solo empeora la situación. La alternativa es clara: observar, reflexionar y actuar desde la conciencia.

La próxima vez que sientas una actitud aflictiva, haz este pequeño ejercicio:

• Observa qué piensas y de dónde viene esa idea.

• Pregúntate si esa creencia la heredaste de tu familia, tu religión o tu entorno.

• Cuestiona si lo que estás por hacer es una reacción automática… o una acción coherente con lo que realmente valoras.

Cuando actuamos desde la conciencia, dejamos de ser esclavos del miedo y empezamos a vivir con más paz, mejores relaciones y una conexión más profunda con nuestro propio ser.

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