Limpieza profunda: el arte de soltar para vivir más ligero

Mujer estresada en el celular

Por Alma González

Hace unos días me propuse algo que parecía sencillo: limpiar mi celular. Lo abrí y me encontré con más de 5,000 fotos, 900 contactos y decenas de chats acumulados. Después de horas de depuración, terminé borrando 800 fotos, 50 contactos y más de 30 conversaciones (algunas en grupos donde yo misma era administradora, lo que causó más de una confusión). Y lo interesante es que este ejercicio, que empezó en un teléfono, se convirtió en una poderosa metáfora de vida: la necesidad de soltar.

La limpieza profunda me reveló tres cosas importantes. Primero, cómo solemos vivir atados al futuro: guardamos cosas “por si algún día sirven”, aunque rara vez las usamos. Segundo, que esa acumulación pesa, literalmente y emocionalmente; llega un punto en que ya no cabe nada más y el sistema se bloquea, igual que nosotros cuando nos saturamos. Y tercero, descubrí que soltar es liberador. Al borrar fotos repetidas o contactos sin sentido, no solo ordené mis archivos: también creé un espacio de paz y ligereza mental.

El inconsciente no distingue entre lo real y lo virtual; para él, acumular imágenes es lo mismo que acumular recuerdos, personas o situaciones que ya no nos hacen bien. Por eso, limpiar y dejar ir es más que un acto práctico: es un ritual de liberación que abre espacio para lo nuevo, sana la ansiedad y nos reconcilia con el presente. Soltar no es perder, es ganar aire, claridad y energía.

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